Territorios como archivos, plática en UJAT, Tabasco

En español, territorio proviene de la raíz latina territorium de ters (suelo o secar) y orium que significa lugar. Algunos análisis etimológicos lo conectan con “terror” por a “un lugar del cual se advierte o se asusta a la gente para que se aleje”. En el mejor de los casos esa interpretación general de territorio puede entenderse como un espacio habitado que se define por quienes lo protegen o son responsables de él.

Esta definición es sólo un inicio, porque nombrar un concepto depende de la historia de la legua y el contexto, y de entrada para hablar de territorio en México habría que escuchar cuál es la definición y sentido que le dan al menos las 68 lenguas oficiales que lo habitan.

También, tendríamos que prestar atención a cómo habitan otros seres para pensar más diversamente, qué es el territorio. Por ejemplo en el caso de las aves, un análisis de Vinciane Despret, una filósofa de la ciencia, escribe en un libro reciente que se llama “habitar como un pájaro: modos de hacer y pensar los territorios” sobre cómo el canto determina la relación que las aves tienen con el territorio como una forma de atención o correspondencia, que es distinta a la idea que domina desde la biología evolutiva que habla de lo territorial en términos de competencia y agresión, de defender de extraños y pelear por la posesión exclusiva de los espacios. En una entrevista menciona:

“nosotros, los primates humanos modernos, tendemos a focalizarnos en la cuestión de las intenciones de los otros. Ahora bien, parecería que para muchos animales, si bien esta cuestión importa, quizás es todavía más importante la cuestión de la atención: ¿quién presta atención a quién?, ¿a qué debemos prestar atención?”

Así como Despret, quien propone pensar las formas de habitar el territorio desde la atención, es decir, como una forma sensible o de los sentidos (expresiones sensibles y actos de imaginación que conforman lo que podemos entender como arte, como es el caso de los pájaros: el arte de la música a través del canto), poetas como Kenneth White nos proponen la idea de una geopoética, es decir que estamos en un mundo abierto por el cual viajamos y nos movemos, y que de ese contacto emerge algo entre lo humano y la tierra constantemente. A este contacto Kenneth lo llama poesía, es decir, poiesis (una fuerza de vida) y que socialmente podemos entender como cultura. Es decir, que en este sentido, la cultura no esta separada de lo vivo, del mundo, ni de la naturaleza que somos también.

¿Cómo vamos a relacionarnos con algo con lo que no tenemos vínculos? ¿Cómo puede importarnos algo con lo que no estamos relacionados? Solo podemos cuidar lo que nos importa y esa es la base de querer trabajar para que algo continúe. La perspectiva naturalista, plantea que estamos en contacto con el entorno siempre, y que la diferencia es la atención y poder sostener una escucha que pueda “hacer una pregunta paciente al paisaje”. Para la antropología el paisaje también incluye lo social. Para los feminismos comunitarios en latinoamerica el paisaje es un cuerpo-territoro, que se forma por una transmisión colectiva de significados, donde el territorio es una ecología de cosas que nos importan a quienes lo habitamos en cuerpo y a través del cuerpo ¿Puede ser esto la base tanto de la cultura como de la conservación? la cultura ya en sí misma es una especie de preservación activa de algo que se produce y que puede sobrevivir en el tiempo (de forma escrita, escultórica, como imagen e incluso como idea o como movimiento) pero que se transforma. Podemos pensar que los vínculos que creamos con lo que nos importa y cuidamos, nos transforman también, es decir, nos cambian y estos cambian a su vez, no detienen el tiempo con el temor de que se destruyan el valor de los objetos del arte ni tampoco piden cerrar los bosques para que nadie camine por ahí ¿Podemos prestar atención sin que observemos de lejos? ¿Podemos cuidar lo que nos importa sin prohibir a quienes vienen a acercarse?

Para que no automaticemos conclusiones en las que sólo quepan la propiedad, la legalidad, los estados-nación, u otra forma de división humana de territorios habremos de pensar esa complejidad en la que vivimos, para poder imaginar otras formas de organizarnos sin olvidar que el mundo es nuestro mundo, que no es una u otra tierra de la que alejarnos, que no es un “nuevo mundo”, o un tercer o primer mundo.

 

Escribe Stefanía Acevedo que este mundo es también “concebirnos habitando un archivo común, (…) Una especie de montaje imaginativo y cultural. (…) un archivo común en el que rastreamos, expurgamos y creamos las afinidades, realizamos montajes que nos permitan vivir y actuar.”

Fragmento y transcripción de plática por Lorena Mal, en la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, México

6 de Junio, 2024